martes, 7 de diciembre de 2010

...por casualidad...


Se sentó a razonar.

Y empezó a desgranar las casualidades, coincidencias que parecían desdoblarla en otra persona, convirtiendo sus existencias en paralelas.
Escribió las casualidades en pequeñas frases, y las juntó para meterlas en una caja y encerrarlas bajo llave, pues habían empezado a asustarla.
Decidió, entonces, poner reglas.

Censuró todo aquello que podía superar la barrera de la denotación, que podía adquirir un sentido más amplio que para el que había sido diseñado.
Censuró los libros, porque estaban llenos de miles de palabras y de dibujos y sus combinaciones, su recopilación, sus sentidos,... podían dar lugar a todo tipo de coincidencias. Definitivamente, los libros eran muy provocadores.
Censuró las películas, con sus temas trascendentales, sus planos detalle, sus actores y actrices, sus guiones cargados de cotidianeidad y casualidades, sus diálogos que tentaban a tomar parte,...
Censuró los viajes, porque sabía que, por casualidad, podían acabar en un avión con la misma dirección a cualquier otra parte.
Censuró a la gente, sus nombres, que son muy comunes. La gente, que ha viajado mucho,... fuera también.
Censuró las calles, quién sabía si podían encontrarse en una misma esquina el día menos pensado...
Censuró la música. Censuró los ritmos, que con sus acordes y sus letras podían llevar su mente mucho más lejos que su cuerpo. La misma música podía ser escuchada en varios sitios a la vez. No podía arriesgarse a que coincidieran...
Censuró el azar. Porque el azar no tiene memoria y no se puede acordar de no coincidir. Decidir su camino tirando una moneda al aire podía llevarla a miles de casualidades. Mejor no tentar a la suerte.
Censuró los monumentos, las emociones, las comidas, las nubes, los animales, las flores, las fotografías, los marcos, algunos colores, varios olores y muchas ciudades,...

No obstante, pensó que en cualquier momento podía saltarse las reglas, así que lo único que le quedaba era censurar saltarse las reglas.

Al final miró a su alrededor. Lo había censurado TODO. Y notó cómo su razonamiento perdía la razón, el mundo se volvía más simple y menos interesante, notó cómo al quitar el margen para la sorpresa se le quedaba pequeño, muy pequeño, se sintió como una mariposa en una jaula,...

Lunes por la mañana. Sólo un impulso, una moneda al aire...

...Y se levantó y se fue.




viernes, 7 de mayo de 2010

...El orden de las cosas...


Así se titula el corto de los hermanos Esteban Alenda, que se acerca con una metáfora abstracta a los malos tratos. Este proyecto está protagonizado por Manuela Vellés, que lucha en silencio contra el orden impuesto de las cosas. Una jerarquía violenta que se rompe con una fuerza sutil a través de este cortometraje. Todavía tengo que digerir el corto, ya que se podría hablar largo y tendido sobre la analogía que se encuentra a lo largo de los casi 19 minutos de metraje, pero merece la pena verlo.



El corto se puede ver completo en la web de El PAÍS

Fotografía: ABC

viernes, 16 de abril de 2010

...Yes, we WHAT?...


Cervantes y Shakespeare tienen varias cosas en común. De sus manos han salido sendas obras, vanagloriadas a lo ancho del globo durante siglos. Ambos murieron, macabra coincidencia, el día 23 de abril, día del libro por tan funesta fecha. (Se dice que Cervantes murió el 22 de abril y fue enterrado el 23, pero es que entonces se jode el cuento, y nunca mejor dicho). No obstante, si por algo se les caracteriza es por su mayor diferencia: cada uno es estandarte de su lengua vernácula.

Pasados unos siglos, cuatro ni más ni menos, el panorama en la tierra patria es el siguiente. Más de la mitad de los que hablan la lengua de Cervantes en este país, el 63% para ser más exactos, no sabe hablar la lengua de Shakespeare (me atrevería a decir que algunos ni la de Cervantes, pero ese, como el del Mío Cid, es otro cantar). Además, sólo un 8'3% están estudiando un idioma extranjero. Todas estas fantásticas noticias vienen avaladas por el CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas).

Ante estas descorazonadoras estadísticas, es necesario aplaudir la iniciativa de aquellos colegios, asociaciones, organizaciones, empresas, institutos,... que quieran que los españoles dominemos algo más que la siesta y la fiesta (términos que gustosamente han adoptado los guiris a su lengua) y ponen en marcha campañas en las que se incita a los ciudadanos a que aprendan inglés.

La Comunidad de Madrid nos ha sorprendido con una campaña de promoción de los colegios bilingües. No es que los colegios con ambas lenguas sean nuevos, pero es que Espe, que ahora va de moderna y se compra la revista Hello!, cree que ya es hora de que éste país se adapte al modelo europeo por el cual la mayoría de los países de la Comunidad Europea son bilingües menos el nuestro. Nada raro hasta aquí. De hecho, paro de escribir un segundo para aplaudir la proposición, no todo iban a ser pegas.


Cavilaciones de una servidora ante la campaña: Mmm una niña sentada en un pupitre, levanta la mano contenta,...bla bla... la educación que queremos... Comunidad de Madrid... a ver el Slogan... Yes, we want... y la gráf.... ¡Un momento!
YES, WE WHAT????

Mis ojos no daban crédito, pero después de mucho frotar y de borrarme el iris pude comprobar que no me había equivocado. Se han equivocado ellos. Seré breve con la explicación, aunque supongo que la mayoría de vosotros ya habréis advertido el error.

En inglés, el verbo want (querer) pide un complemento directo detrás, es decir, que no se pude cortar así en seco. Si un verbo te pide algo, hay que darlo. No es como un amigo que te pida una peli y a ti se te "olvide" constantemente, o tu madre o tu padre cuando te piden que recojas la habitación y tú te vayas a recoger amapolas... no, al verbo hay que hacerle caso sí o sí.

Por tanto, la frase correcta hubiera sido "Yes, we want to" (Sí, queremos). No era tan difícil, dos letritas al final y tenías una campaña como Espe manda. Ahora es cuando yo me pregunto por qué se ha producido este garrafal e intolerable error en una comunicación de este calibre, y más cuando la campaña intentaba emular a la magnífica campaña de marketing, digo, electoral, que hizo que el hombre negro duerma ahora en la Casablanca.

Después de darle muchas vueltas he barajado varias opciones:

  • No tienen dinero porque se lo han gastado todo en intentar "apañar" el caso Gürtel. Ésta se me antojaba una buena opción, pero no creo yo que no tengan ni para dos tristes letras. Vamos, que eso lo pago yo hasta con lo que me sobra del café (precio según ZP).
  • La campaña la ha hecho algún amigo del mandamás y así ha salido. Hombre, hay que ser muy muy mal pensado para creer que en este mundo hay este tipo de enchufismos... no... En España nunca se ha hecho esto, por favor... qué cosas tengo...
  • La creatividad publicitaria en pos de la sorpresa supedita incluso el propio producto. Esto es, nos quedaba cojonudo anunciar cursos de inglés emulando a la campaña de Obama, ¿qué más da que sea gramaticalmente correcto o no?
Y ésta última sí que me convenció por completo. Porque a estas alturas todos sabemos el poder que tiene la publicidad en el sistema y ésta sólo es una pequeña muestra de ello. Lo mejor de todo son las declaraciones de Educación: "la creatividad es una de las mejores de los últimos años". Tan creativos que os habéis inventado la lengua de Shakespeare. Pero todos somos conscientes de que ésto sólo es un truco creativo para impactar más, o no, porque les recuerdo que más del 60% de la población no sabe inglés (aunque yo dudo mucho que esto sea cierto, ya saben, la estadística es la mentirosa más exacta).

De todas formas, de esta noticia creo que podemos sacar enriquecedoras conclusiones:
  • Anunciar cursos de inglés en inglés mal escrito es creativo.
  • Así aprendemos los españoles inglés.
  • ¿Qué se puede esperar de un país en el que el presidente no hable inglés?

...Zapatero habla inglés... (no me dejaba subir el vídeo)

PD: ¿entendía lo que le preguntaban? sí, yo diría que sí....


Fuente:

lunes, 22 de marzo de 2010

...Túenti...


Tú en ti. Tuenti. Así de creativa se ha mostrado la iglesia para lanzar una campaña contra el aborto. De esta forma tira los restos de su radical oposición contra esta ley, que entrará en vigor el 5 de Julio de este año.

Y es que la primera empresa del mundo sigue utilizando el medio publicitario para intentar vender sus ideales, pues no le sobra con poder hacer mitines ideológicos todos los días y que nadie les cuestione mínimamente en su cómodo poder, basado en votos de probreza, castidad y obediencia. Aún es más, pueden coger el dinero del cepillo y de las contribuciones del Estado para lanzar campañas como éstas.


15.000€ nada más ni nada menos se van a gastar con el propósito de intentar convencernos de que recortemos libertades en nombre de ellos. Además, han querido centrar su target en los más jóvenes y tienen presencia en las principales redes sociales, el nombre de una de las cuales ha basado su campaña. Por esta razón, la red social Tuenti, a pesar de tratar al prelado como un anunciante más, ha decidido que no está de acuerdo con el uso que se hace de su marca, y ha retirado la campaña.

No obstante, la campaña no se queda ahí, se acompañará de vídeos, testimonios, ayudas de asociaciones, la Jornada de la Vida (25 Marzo),...

A pesar de la retirada de la campaña en Tuenti, no tiene desperdicio el ejercicio que ha llevado a cabo la Iglesia. Después de los aburridos, manidos y tediosos argumentos contra todo lo que sea adquisición de derechos y libertades y ensalzamiento irritante de las opresiones divinas, ya era hora de que la Conferencia Episcopal hiciera algo creativo.

Su estrategia es intentar adentrarse en el mundo adolescente para convencerles de que no apoyen el aborto y sí apoyen la vida. Tiene gracia que la Iglesia adore con tanto fervor la vida infantil, sobre todo, cuando se ve envuelta en una escandaloso historial de abusos sexuales a niños. Menos mal que, en este caso, no son ellos quienes tienen la última palabra (palabra de Dios)


viernes, 19 de marzo de 2010

...Tarjeta roja...

Con este símbolo futbolístico ha querido Bibiana Aído abanderar la nueva campaña contra la violencia de género. Un trozo de cartulina roja que tiene un poder simbólico inmensurable en nuestra sociedad. Queda expulsado de un partido a quien le sacan la tarjeta roja; por ello, al maltratador se le expulsa de la sociedad con el mismo método. Si no juegas limpio no tienes cabida, parece decir directamente el Ministerio de Igualdad. Para apoyar la campaña se cuenta con la presencia de numerosas personalidades de todos los ámbitos de la sociedad española, desde Iñaki Gabilondo, Ana Rosa Quintana, Enrique Morente, Emma Thompson, Pedro Almodóvar,… hasta una infinidad.

La solución, según el Ministerio de Igualdad, pasa por crear una conciencia social en la que se reduzca el umbral de tolerancia ante el maltrato; a partir de ahí se podrá actuar. Además, esta campaña apela a las bondades de las “nuevas” tecnologías y propone al ciudadano sumarse al movimiento contra el maltrato. Lo único que debes hacer si quieres colaborar es entrar en www.sacatarjetaroja.es, imprimirte tu copia de la tarjeta roja, hacerte una foto y subirla. De esta forma, te sumarás a la iniciativa y mostrarás tu rechazo contra la violencia de género.

Los spots que se han editado para este movimiento duran una media de 20” y se dividen en 3 partes bien diferenciadas:

  • Tres personajes masculinos realizan un manifiesto machista.
  • Tres personajes femeninos justifican las acciones que tienen las maltratadas.
  • Otro personaje masculino cuestiona la hombría del maltratador y le saca tarjeta roja.

Aquí se puede comprobar el resultado:


No obstante, a pesar de que me parece una buena iniciativa, le recuerdo una cosa a la ministra de Igualdad:

  • Srta Aído, con la tarjeta roja hay una expulsión, una sanción de 1 partido en la mayoría de los casos, y una vuelta a los terrenos de juego.

Por eso no me extraña que apareciera esta mañana la noticia de la muerte de una mujer de 56 años en Huelva a manos de su expareja. Sobre el agresor pesaba una orden de alejamiento. A este “señor” ya le habían sacado la tarjeta roja, no obstante, decidió volver y hacer una jugada maestra. Quizá la solución no esté tanto en sancionarlos, como en hacer que cumplan la sanción.

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Fallece/mujer/apunalada/ex/marido/Huelva/elpepusoc/20100318elpepusoc_19/Tes

domingo, 7 de marzo de 2010

...I need Spain...




Que no lleve esto a error. No es que haya caído de repente en un patriotismo romántico, es la nueva campaña del Instituto de Turismo de España (Turespaña) para promocionar nuestro país más allá de nuestros horizontes; concretamente en 40 países. Se prevé que esta campaña llegue a 400 millones de personas, y se potenciará, inteligentemente, en países como India, China o EEUU, emergentes, algunos fuera de crisis y con ganas de ocio, tapas y olés.

La campaña ha sido realizada por McCann-Erickson, que tras ganar un concurso de agencias se puso manos a la obra con el proyecto de sacar al país de una fama casi decadente, mientras sigue sucumbiendo en una crisis estructural y económica importante. Con esto parecen decir: amigos, traigamos a los guiris a que nos arreglen porque si nos toca a nosotros vamos listos…

Y para demostrarlo han encargado a un fotógrafo escandinavo y a otro argentino hacer los honores de retratar las caras famosas que se utilizan como recurso. Sin embargo, son el cineasta Julio Médem y el director y compositor Roque Baños quienes apostillan el acento español en esta campaña, para la que se han destinado cerca de 50 millones de €.



Ferrán Adrià, Gisela Pulido o Fernando Torres, entre otros, abanderan este nuevo proyecto que tiene como objetivo fortalecer la imagen de España como destino turístico vacacional. En una primera parte se difundirá por televisión, en cadenas como la BBC, la CNN y National Geographic. Una vez superada esta fase se procederá al uso del medio Internet y al lanzamiento de la campaña gráfica.

Si es oportuna esta campaña todavía no lo sé, pero lo que sí que parece es que, como no podemos relanzar España por nosotros mismos le pasamos la pelota a los turistas, les lanzamos plegarias en forma de seducción y básicamente nos imponemos entre sus necesidades. ¿Quién no necesita España? Viendo los spots, ¡hasta yo la necesito! La necesito porque, perdónenme si alguien la ha visto así, pero yo nunca he disfrutado de una madre patria con ese calibre. Si es verdad que existe España con esa denominación de origen que venga Dios y lo vea, porque a mí encontrar algo parecido me parece ir casi en busca de “El Dorado”. Pero bueno, como campaña publicitaria es preciosa, sí señor, a una le hace estar orgullosa de la tierra en la que vive y todo. La parte gráfica es exquisita y los spots son hasta enternecedores.

No obstante, el problema de tanta poesía visual es que crea expectativas, expectativas que quizá no se cumplan para los visitantes. Y, ¿de verdad necesitan las personas España? Ese “ I need Spain” a veces hasta me suena pretencioso, otras bonito y esperanzador. Pero sólo a veces. De todas formas, es del mundo de la publicidad de lo que hablamos. En este mundo que sobrevalora las identidades diferenciales y que está plagado de estímulos publicitarios casi idénticos, las marcas deben tener algún valor añadido; y no olvidemos que España es, al fin y al cabo, una marca. Una marca que necesita tener notoriedad y posicionarse en el mercado con mayor fuerza para que quede grabada en la retina del turista, también consumidor. De hecho, existen varias versiones del spot, y si se les echa un vistazo se puede ver, claramente, cuál es el prototipo de benefactor que queremos que inunde nuestras tierras. Atrás quedó el guiri con sandalias y calcetines blancos, España busca ahora otro modelo de visitante que nos alivie con su recuperada economía. Por ello, si se analiza por encima las diferentes versiones del spot de la campaña se pueden sacar ciertas conclusiones.



En un primer spot se ve a una familia formada por un padre y una madre con 3 niños. Definitivamente, turistas; todos sabemos que la natalidad en España está bajo mínimos. Además, son rubietes, así que bien podrían ser prototipo de cualquier familia occidental. Como familia que son van a la playa, a que los padres se relajen mientras los niños se divierten; comen una gran paella y navegan como los Borbones en el Fortuna. Posteriormente, se les ve en la Ciutat de les Arts i les Ciències, por lo que deducimos que esa paella que han comido antes tenía denominación de origen (y muy buena pinta). Luego, se les ve con el coche en un paisaje idílico (que muy valenciano no parece) y ya, al atardecer, vuelven para ver el precioso paisaje a la orilla del mar. Así comunicamos diversión y relax para la familia, lugares que agradan a todos. Es importante resaltar este beneficio, pues en familias con niños, éstos últimos tienen un gran poder de decisión sobre las vacaciones familiares. Además, se les ve en un bar, donde la voz en off dice: “No necesito ver la carta”. Alusión a nuestra exquisita comida. No necesita ver la carta porque sabe que aquello que pida estará delicioso.

En una segunda versión se puede ver otro target al que se dirige la campaña, los jóvenes. En este caso son 3 amigos, cada uno de un color de piel distinto, para atraerlos a todos y no excluir a nadie. Estos jóvenes, que rondarán los 30, realizan actividades propias de turistas de su edad: van a hacer surf a la playa, recurrente en todo el spot; visitan eminencias arquitectónicas, de las que también podemos presumir; van a ver un partido de fútbol (Real Madrid- Villareal diría yo, partido en el que se le endosó un 6-2 al submarino amarillo), deporte rey en nuestro país e icono mundial indiscutible; van de museos y después de fiesta, mostrando ambas partes al público; y, finalmente, también van a un bar, aunque luego terminan en la playa. Exactamente como la familia anterior. Sigue este spot recalcando las características más diferenciales de nuestro país: El buen clima, la costa, la comida, el ambiente,…

En el 3er spot cambiamos radicalmente. Nos vamos a por los seniors, dícese de ese umbral de población entre 40 y muchos y más que ya no tienen niños a cargo y que van en pareja o parejas a visitar un país para relajarse y disfrutar. Actualmente suelen tener un poder adquisitivo medio-alto, así como su nivel cultural. “No necesito llegar el primero”, reza la voz en off mientras vemos al protagonista en el Camino de Santiago. Gran frase que nos devuelve a las características de este sector poblacional: vienen a relajarse, justo todo lo contrario que nuestros anteriores protagonistas. Así, los podemos ver en lo que parece un spa, después jugando al golf, en la costa, eso sí; en un museo, con Las Meninas de Velázquez de fondo; viendo un espectáculo de flamenco, Made in Spain; y, por último, en la playa. Esa hermosa playa con esas sublimes costas, envidiables al ojo de cualquier extranjero que viva intramuros, sobre todo si es alemán o inglés. Es importante reseñar el detalle del cuadro. No sé si será imaginación mía, pero en el spot de los amigos jóvenes, el anterior, cuando están en el museo, la voz en off dice: “No necesito entenderlo todo”. Esto lo dice mientras están en una sala con obras de arte contemporáneo, joven, dinámico. Por otro lado, este sector más adulto sale observando el cuadro de Las Meninas, mucho más antiguo y tradicional. ¿Casualidad? No lo creo.

Y, por último, nos encontramos con una versión donde aparece una pareja asiática joven. Así cubrimos todos los posibles targets, tanto en edad, como en sexo y raza. Esta pareja parece viajar para deleitarse en los placeres del consumo y enriquecer su relación al amparo de una tierra mágica. De hecho, como se puede comprobar, el chico está muy ocupado con el trabajo, mientras la pareja parece decirle: “Aparca eso amigo, que estamos en España, aquí nada de trabajo” (y qué razón tiene). Es un gran reflejo de muchas parejas actuales, unidas sin hijos, con dos sueldos y un nivel económico y cultural medio-alto. Aprovechan para viajar y gastar su dinero en el placer, siguiendo las directrices del dios que rige actualmente la vida y el pensamiento de muchos jóvenes, Epicuro. En este viaje, podremos contemplar a esta pareja jugando por calles estrechas, comiendo ante una vista que quita el apetito, comprando un reloj en un mercadillo y unos zapatos en una tienda de alto standing. De esta forma, resaltamos la dualidad del país: un sitio donde puedes encontrar absolutamente de todo, a cualquier precio. Posteriormente, aparecen maravillados ante la vista de la Sagrada Familia y, luego en un coche (por la costa, eso sí), camino de las montañas, a respirar aire puro y liberarse por un momento de todo el estrés que provoca la vida debajo de la cima. Por último, la pareja se despide del país en un cóctel y más juntos que nunca (lo que hace este país).

Se podría analizar frase por frase y fotograma por fotograma y se sacarían miles de detalles bien trabajados y cohesionados, pero yo, de momento, me quedo con estas conclusiones que los spots sacan sobre nuestro país, conclusiones que siguen la estela de lo que siempre ha comunicado la tierra patria. Se ha cambiado el tono, no lo que se dice; pero yo creo que se nota. This is Spain:

· La comida es exquisita.

· El clima es siempre perfectamente soleado.

· Las vistas son asombrosas.

· Playa, playa, playa, playa.

· Seas quien seas, tengas la edad que tengas, vengas de donde vengas y con quien vengas, si quieres ir a algún otro sitio, ven a ESPAÑA.

PD: ¿soy yo, o la chica asiática es la hermana de Beatriz Montañez, la copresentadora de “El Intermedio”?


Fuente: www.ipmark.com

miércoles, 10 de febrero de 2010

...Inglourious Basterds...



El otro día vi Inglourious Basterds, el proyecto que supone la vuelta de Tarantino. A parte del largo metraje de la película, se me hizo algo dura de digerir. Y llegué a la conclusión de que es de Tarantino de quien hablamos, sea eso bueno o malo. De hecho, las cosas buenas que tiene la película, aquellas que al verlas te recuerdan al autor, pueden ser consideradas como caprichos de uno de los directores más mimados del sistema, y no agradar al público. No hay término medio, a QT se le odia o se le ama. Como su cine, que puede ser considerado la ambrosía de Hollywood o las paranoias egocéntricas de un niño rico.

La película retrata, en varios capítulos, diferentes historias que se sitúan bajo la ocupación nazi en Francia. Shosanna Dreyfus (Mélanie Laurent) presencia la muerte de toda su familia a manos del general Hans Landa (Christoph Waltz). Shosanna adquiere una nueva identidad y se muda a París, donde se encuentra el grupo capitaneado por Aldo Raine (Brad Pitt), los “Basterds”; que buscan hacer caer el régimen nazi y asesinar a Hitler. Estas historias terminan por converger bajo un mismo escenario de venganza.

Y es aquí donde podemos ver a Tarantino. La venganza ha sido siempre la temática de todas sus películas, la venganza en cualquiera de sus formas. Y en esta película se muestra en su mayor esplendor, a pesar de que recurre a uno de los temas más manidos del mundo del cine, la IIGM.

La división por capítulos es otra constante del director. Lo vimos en la gran Pulp Fiction y lo volvemos a ver aquí. Otro rasgo característico de Tarantino que puede ser aplaudido y abucheado a la par, igual que todo el cine que realiza el autor. Lo que sí que queda claro es que la firma del director queda impregnada en cada escena. Y eso puede interpretarse de varias formas: entendiendo a Tarantino como un artista con recursos propios o como un hombre egocéntrico que necesita recordarnos que es él quien hace el film en cada momento.

No obstante, la película puede hacerse extremadamente larga. Hay escenas que el director estira con sus diálogos paranoicos hasta la saciedad, hasta el aburrimiento. El espectador puede tener fácilmente la sensación de que Tarantino muestra una historia en 153’, que pueda ser contada en 90’. Pero es Tarantino. Tiene diálogos magistrales que embelesan y que repelen, que mantienen la tensión y que aburren, pero ineludiblemente forman parte de la esencia de Quentin. Algunos espectadores pueden enmarcar el guión, extrayendo de él grandes citas y otros, por otro lado, pueden demonizarlas por tener una intención descaradamente cultista ante los grandes premios, pero es Tarantino.

Y no podemos olvidarnos del toque sangriento del autor. De hecho he llegado a pensar que ciertas escenas o clichés sólo sirven para poder justificar la violencia explícita, una suerte de gore gratuito que deja de ser fresco para convertirse en cansino y totalmente accesorio. Como se puede comprobar, Tarantino se repite, repite sus técnicas, utiliza una especie de molde idéntico en el que sólo debe mezclar los ingredientes correctos. Se toma sus licencias, consciente de su posición ante el mundo cinematográfico, y sorprende. Para bien y para mal, pero sorprende. Por eso es capaz de realizar una película de este calibre, donde le da una patada a la historia y hacer que a todos nos parezca lo menos relevante.

Como anécdota, vuelve a aparecer del carácter fetichista del director. Ya lo vimos en Pulp Fiction con los mecheros Zippo y los pies de Uma Thurman, ahora lo vemos con los de Diane Kruger. Una escena que bebe de las fuentes de la Cenicienta para que podamos observar con nitidez el pie de la actriz alemana. Es Tarantino.

En definitiva, Quentin te puede parecer el mejor cine de autor, coherente en sus manifestaciones artísticas desde el principio hasta el final, promovedor de un cine de diálogos cultos y violencia inteligente; o, por el contrario, te puede parecer el director caprichoso de Hollywood, prepotente y pretencioso, que juega a hacerse el entendido con la industria y la manipula a su antojo a sabiendas de que lo encumbrarán. Pero es Tarantino.

Para mí, lo mejor de la película es el insuperable Christoph Waltz, que da vida al impasible Hans Landa. Sabes que ese personaje te va a marcar desde la primera escena que lo ves. Una escena gloriosa donde los diálogos sí que son geniales, la tensión se puede cortar con un cuchillo, el juego idiomático es insuperable y la consecución de planos es sencillamente magnífica. A partir de ahí los diálogos pasan a ser correctos y los demás personajes se sitúan en un segundo plano.

Por otro lado, creo que el personaje de Eli Roth, el “Oso Judío” es el personaje más decepcionante de toda la película; y no porque el actor esté mediocre, es que tampoco da para más. Durante toda la película te esperas algo más y al final acaba siendo un pequeño lameculos de Brad Pitt sin más furia que la que transmite su bate de béisbol en una, sólo una, escena de la película.

Queda claro que Inglourious Basterds es Tarantino, signifique eso lo que signifique.

lunes, 1 de febrero de 2010

...Volvemos en...

Recientemente ha salido a la luz una noticia que todos vaticinaban pero que nadie calculó con sus medidas exactas: el adiós de la publicidad en TVE ha hecho disparar a la audiencia, que se acoge a la televisión pública con la misma fuerza con la que antes la repudiaba. Un 18'6% de share tiene la culpa de todo esto (3 puntos por encima de Telecinco y A3).

Recuerdo cuando hace unos meses las cadenas privadas festejaban esta polémica decisión del gobierno, ya que sacaban de escena a un competidor. No obstante, la industria publicitaria no mostraba su mejor cara ante este propósito de año nuevo. Quién le diría que ése no era el mayor de sus problemas, bastó con la llegada de la era de las fusiones para acabar de rematar el experimento televisivo.
Pobre publicidad, dentro del vórtice del cambio y no dejan de darle disgustos. La migración de audiencias a Internet, sobre todo de los sectores más jóvenes; la aparición de la TDT y la orgía de canales que conlleva, que hace mucho más complicado llegar a quien quieres que te vea; la fusión de las grandes; la supresión de la publicidad en TVE. Y, para más INRI, los telespectadores muestran su lado más esquivo al mudarse al canal público para no ver en lo posible el repetitivo teatro del consumo.

Vamos, que lo que la publicidad tiene que decirle al consumidor ya no le interesa. Parece que los discursos del mundo publicitario ya no hay quien se los trague. El telespectador ha castigado a las marcas con el mayor desprecio: no hacer aprecio. Ni siquiera se contenta con la principal ventaja que la publicidad ofrecía al cortar el contenido en medio de una película: ir al baño. Ahora la audiencia ya no tolera lo explícito, y ahí entra el manifiesto publicitario televisivo. Ni las mejores estrategias para captar al consumidor parecen funcionar; los "volvemos en 3 minutos" han gastado su credibilidad así como el límite de la paciencia de la audiencia, que parece agotarse al mismo ritmo que los espacios publicitarios.

Por supuesto, hay alternativas. Si no, que se lo digan a las marcas alimenticias que proveen de un buen surtido de productos a las series y sirven de pretexto para una escena de cocina de cualquier serie, donde se puede ver con mayor claridad la marca de la leche que toma el protagonista que su propia cara. Queda demostrado, pues, que la publicidad ya no sirve para rellenar las pausas televisivas, sino que las series y programas se idean para poder poner algo en el espacio donde no puede haber publicidad. El modelo de TV se transforma y no se esconde, cualquier consumidor educado en las artes capitalistas es consciente del engaño. A veces me pregunto si no habrá creativos de agencias de publicidad pensando en los mejores programas que pueden insertar en la quemadísima parrilla televisiva para poder, posteriormente, colocar sus manifiestos y así poder captar al público que interese.
Este hecho lleva a una a reflexionar sobre el dilema renovado del huevo y la gallina: los contenidos de televisión y el poder de decisión de la audiencia, principal baluarte de este medio.
¿Vemos lo que queremos o lo que nos ponen? ¿Quién decide sobre los contenidos televisivos?
Pues, en vista de que esta pregunta trascendental y retórica puede ser discutida ampliamente, al menos ahora hay alguien a quien echarle la culpa: la publicidad.

Pero el telespectador ha demostrado que está educado en estos lares, que cuando la publicidad va, ellos vuelven; y que, a pesar de todo, siempre pueden cambiar todo lo que les venga impuesto y aprovecharse de las circunstancias. Saben jugar sus cartas y recorrer los caminos que se les ofrecen para evitar al máximo posible el discurso de marcas de consumo. Esta dialéctica de jugar al gato y al ratón entre la publicidad y el telespectador es divertida, porque nunca sabes con qué puede sorprenderte la industria, inventiva y repetitiva hasta la saciedad (paradójicamente).

Ante este panorama de cambios y adaptaciones del mundo de la televisión sí que merece la pena sentarse y observar, aunque todo lo que haya de por medio sea publicidad.

Por cierto, la de años que llevará TVE intentando encontrar una estrategia que la sacara del pozo, y mirad cuál era la solución: retirar de tu negocio a quien te daba de comer. Touché