martes, 7 de diciembre de 2010

...por casualidad...


Se sentó a razonar.

Y empezó a desgranar las casualidades, coincidencias que parecían desdoblarla en otra persona, convirtiendo sus existencias en paralelas.
Escribió las casualidades en pequeñas frases, y las juntó para meterlas en una caja y encerrarlas bajo llave, pues habían empezado a asustarla.
Decidió, entonces, poner reglas.

Censuró todo aquello que podía superar la barrera de la denotación, que podía adquirir un sentido más amplio que para el que había sido diseñado.
Censuró los libros, porque estaban llenos de miles de palabras y de dibujos y sus combinaciones, su recopilación, sus sentidos,... podían dar lugar a todo tipo de coincidencias. Definitivamente, los libros eran muy provocadores.
Censuró las películas, con sus temas trascendentales, sus planos detalle, sus actores y actrices, sus guiones cargados de cotidianeidad y casualidades, sus diálogos que tentaban a tomar parte,...
Censuró los viajes, porque sabía que, por casualidad, podían acabar en un avión con la misma dirección a cualquier otra parte.
Censuró a la gente, sus nombres, que son muy comunes. La gente, que ha viajado mucho,... fuera también.
Censuró las calles, quién sabía si podían encontrarse en una misma esquina el día menos pensado...
Censuró la música. Censuró los ritmos, que con sus acordes y sus letras podían llevar su mente mucho más lejos que su cuerpo. La misma música podía ser escuchada en varios sitios a la vez. No podía arriesgarse a que coincidieran...
Censuró el azar. Porque el azar no tiene memoria y no se puede acordar de no coincidir. Decidir su camino tirando una moneda al aire podía llevarla a miles de casualidades. Mejor no tentar a la suerte.
Censuró los monumentos, las emociones, las comidas, las nubes, los animales, las flores, las fotografías, los marcos, algunos colores, varios olores y muchas ciudades,...

No obstante, pensó que en cualquier momento podía saltarse las reglas, así que lo único que le quedaba era censurar saltarse las reglas.

Al final miró a su alrededor. Lo había censurado TODO. Y notó cómo su razonamiento perdía la razón, el mundo se volvía más simple y menos interesante, notó cómo al quitar el margen para la sorpresa se le quedaba pequeño, muy pequeño, se sintió como una mariposa en una jaula,...

Lunes por la mañana. Sólo un impulso, una moneda al aire...

...Y se levantó y se fue.




1 comentario:

  1. ...Y volvió y se sentó.
    Y comprobó qué bien ponía las palabras.
    Por suerte no censuró el riesgo... en el aire seguía girando una moneda.
    De eso fue testigo.

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